domingo, 14 de junio de 2009

El dolor del aprendizaje


Su rostro demacrado y las negras ojeras indican el esfuerzo que ha venido realizando desde hace horas, mira el reloj, son las 4 A.M., lleva intentando resolver ese problema matemático desde las 8 P.M. del día anterior, sí, 8 horas para un sólo problema, ha probado ya varios métodos, de hecho, a probado todos los métodos que conoce y lo único que ha conseguido es un amargo sabor de boca, el sabor de la derrota; no se puede resolver todos los problemas, no se puede ganar siempre, ni que se fuera Einstein o Newton y, ..., un momento, ...sí, como no se le ocurrió antes, lo intenta ... ¡Bingo!, ... , ¡lo ha conseguido! , ...¡Bien!, ¡¿Quién se rie ahora?!...¡¿Quién es el rey?!...ah, ¡¿Quién?!... la solución no era cosa del otro mundo, si lo hubiera visto desde un principio, se hubiera ahorrado 8 horas de trabajo, ¡ Cuántas horas desperdiciadas!.

En la historia anterior se puede ver un caso típico de un estudiante universitario de primer año y los problemas de su curso de matemáticas. Surge la siguiente pregunta:

¿Realmente se han desperdiciado todas esas horas al dedicarlas a resolver un único problema?.

La respuesta lo dá la llamada Potenciación a Largo Plazo (LTP, por sus siglas en inglés), que dice, que cuanto más nos esforcemos para resolver un problema, nuevas conexiones neuronales se formarán en nuestro cerebro, aumentando nuestra potencia de raciocinio y por ende la capacidad de resolución de problemas.

Al igual que en la musculación, donde el dolor indica la ruptura de microfibras que luego sanarán y generaran nuevas fibras musculares, en el aprendizaje, también sufrimos dolor, no un dolor físico, no un dolor emocional, pero dolor al fin y a cabo que se traducirá en aprendizaje.

Así que ya saben,

¡No hay crecimiento sin dolor!
¡No hay aprendizaje sin dolor!
¡No hay gloria sin dolor! .

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